PRECIOUS: BASED ON THE NOVEL PUSH BY SAPPHIRE (2009)
Dirección: Lee Daniels
Guión: Geoffrey Fletcher (basado en la novela “Push” de Sappphire)
Intérpretes: Gabourey Sidibe, Mo´Nique, Paula Patton, Lenny Kravitz, Mariah Carey
Fotografía: Andrew Dunn
Música: Mario Grigorov
Duración: 110 min.
No es frecuente señalar la obra literaria en la que se ha basado una película de un modo tan prolijo como tiene lugar en el extenso título original de “Precious...”. Siendo una producción de habla inglesa lo más lógico hubiera sido el uso del consabido genitivo sajón (“Sapphire´s Push”) o guardar la alusión a la novela para un destacado del cartel publicitario del film. Sin embargo, siendo conscientes de la trascendencia que dentro de la comunidad afroamericana tiene la figura de esta escritora y el eco que tuvo en los años 90 “Push”, quizás cobre un mayor sentido tamaño subrayado de estos orígenes literarios.
Sapphire, prestigiosa poeta afroamericana de vanguardia, dedicó varios años de su vida a enseñar a leer y a escribir a adolescentes y adultos del Harlem y el Bronx, actividad de cuyas experiencias “Push” constituye un diáfano reflejo. A esta realista oda al poder de la enseñanza y su inspiradora influencia en la superación personal de quien entra en contacto con la fuerza liberadora de la cultura quiso aunar la escritora una cruda denuncia de la horripilante travesía íntima que tiene que encarar toda víctima de abusos sexuales para salir a flote y llegar a rescatarse a sí misma. “Push” nos es narrada en primera persona por una de esas heroínas carismáticas e inolvidables que de vez en cuando florecen entre las páginas de un libro: Claireece Precious Jones, una adolescente analfabeta, explotada sexualmente por sus padres y sin un ápice de esperanza en el horizonte de su terrible existencia en el Harlmen de los ochenta, que hallará en unas clases de educación especial un sorprendente y fundamental asidero para emerger de su lóbrego día a día.
“Push” utiliza un lenguaje directo, brutal, cómplice, a ratos divertido, a ratos amargo porque así es el superviviente espíritu de Precious y, sobre todo, más allá de su clara intención de denuncia social, deja a salvo una esperanza en la vida en absoluto impostada por muy cruentas que hayan sido las heridas recibidas. Puestos en el brete de elegir una sola palabra para calificar la novela, esta sería indudablemente: inspiradora.
Apuntado todo lo anterior resulta sencillo resumir cuanto ofrece “Precious:...”: Justo lo contrario a lo que aporta aquella gema literaria, porque lo que ha hecho su director Lee Daniels (en cuyo bagaje profesional sólo contaba con la también fallida “Shadowboxer”) es el inigualable paradigma de lo que supone una errónea lectura cinematográfica del ideario emocional que insufla vida a una novela. La rebosante naturalidad que anega cada página escrita por Sapphire se ve prostituida en la película en base a un guión que se construye sobre la acumulación de momentos de disperso dramatismo sin apenas hilazón humana al que en nada ayuda la gruesa estética de video-clip de hip-hop conferida por Daniels a un film que resulta afectado hasta lo indecible. Nada queda en “Precious...” de esa entusiasta loa a la fuerza con que la alfabetización de unas mujeres marginadas es capaz de virar el sentido de sus vidas y la percepción que cada una de ellas tiene de sí misma. Sólo hallamos atisbos de las absorbentes personalidades principales de la historia gracias a las enormes interpretaciones de Gabourey Sidibe (Precious), Mo´Nique (su madre) y Paula Patton (su profesora) a pesar de que la artificiosidad que prima en cuanto las rodea reste complicidad al trabajo de la primera, lime innecesariamente la estremecedora brutalidad del rol de la segunda, y pase como de puntillas por la significación que, a todos los niveles, posee el personaje de la tercera dado que toda la parte educativa del film (y su variado catálogo de psicologías desarraigadas de la clase a la que acude Precious) se ve reducida a una mera sucesión de rápidos apuntes con los que justificar la evolución de la protagonista.
Al final de “Push”, su heroína dice con referencia a su hijo: “En su belleza, veo la mía.” Lástima que en “Precious...” únicamente se vislumbre una lejana belleza y se hunda en el fango de “lo que pudo haber sido y no fue”, ya que con ello se nos niega la oportunidad de vernos en cuanta hermosura cabe en el corazón de los excluídos.
Dirección: Lee Daniels
Guión: Geoffrey Fletcher (basado en la novela “Push” de Sappphire)
Intérpretes: Gabourey Sidibe, Mo´Nique, Paula Patton, Lenny Kravitz, Mariah Carey
Fotografía: Andrew Dunn
Música: Mario Grigorov
Duración: 110 min.
No es frecuente señalar la obra literaria en la que se ha basado una película de un modo tan prolijo como tiene lugar en el extenso título original de “Precious...”. Siendo una producción de habla inglesa lo más lógico hubiera sido el uso del consabido genitivo sajón (“Sapphire´s Push”) o guardar la alusión a la novela para un destacado del cartel publicitario del film. Sin embargo, siendo conscientes de la trascendencia que dentro de la comunidad afroamericana tiene la figura de esta escritora y el eco que tuvo en los años 90 “Push”, quizás cobre un mayor sentido tamaño subrayado de estos orígenes literarios.
Sapphire, prestigiosa poeta afroamericana de vanguardia, dedicó varios años de su vida a enseñar a leer y a escribir a adolescentes y adultos del Harlem y el Bronx, actividad de cuyas experiencias “Push” constituye un diáfano reflejo. A esta realista oda al poder de la enseñanza y su inspiradora influencia en la superación personal de quien entra en contacto con la fuerza liberadora de la cultura quiso aunar la escritora una cruda denuncia de la horripilante travesía íntima que tiene que encarar toda víctima de abusos sexuales para salir a flote y llegar a rescatarse a sí misma. “Push” nos es narrada en primera persona por una de esas heroínas carismáticas e inolvidables que de vez en cuando florecen entre las páginas de un libro: Claireece Precious Jones, una adolescente analfabeta, explotada sexualmente por sus padres y sin un ápice de esperanza en el horizonte de su terrible existencia en el Harlmen de los ochenta, que hallará en unas clases de educación especial un sorprendente y fundamental asidero para emerger de su lóbrego día a día.
“Push” utiliza un lenguaje directo, brutal, cómplice, a ratos divertido, a ratos amargo porque así es el superviviente espíritu de Precious y, sobre todo, más allá de su clara intención de denuncia social, deja a salvo una esperanza en la vida en absoluto impostada por muy cruentas que hayan sido las heridas recibidas. Puestos en el brete de elegir una sola palabra para calificar la novela, esta sería indudablemente: inspiradora.
Apuntado todo lo anterior resulta sencillo resumir cuanto ofrece “Precious:...”: Justo lo contrario a lo que aporta aquella gema literaria, porque lo que ha hecho su director Lee Daniels (en cuyo bagaje profesional sólo contaba con la también fallida “Shadowboxer”) es el inigualable paradigma de lo que supone una errónea lectura cinematográfica del ideario emocional que insufla vida a una novela. La rebosante naturalidad que anega cada página escrita por Sapphire se ve prostituida en la película en base a un guión que se construye sobre la acumulación de momentos de disperso dramatismo sin apenas hilazón humana al que en nada ayuda la gruesa estética de video-clip de hip-hop conferida por Daniels a un film que resulta afectado hasta lo indecible. Nada queda en “Precious...” de esa entusiasta loa a la fuerza con que la alfabetización de unas mujeres marginadas es capaz de virar el sentido de sus vidas y la percepción que cada una de ellas tiene de sí misma. Sólo hallamos atisbos de las absorbentes personalidades principales de la historia gracias a las enormes interpretaciones de Gabourey Sidibe (Precious), Mo´Nique (su madre) y Paula Patton (su profesora) a pesar de que la artificiosidad que prima en cuanto las rodea reste complicidad al trabajo de la primera, lime innecesariamente la estremecedora brutalidad del rol de la segunda, y pase como de puntillas por la significación que, a todos los niveles, posee el personaje de la tercera dado que toda la parte educativa del film (y su variado catálogo de psicologías desarraigadas de la clase a la que acude Precious) se ve reducida a una mera sucesión de rápidos apuntes con los que justificar la evolución de la protagonista.
Al final de “Push”, su heroína dice con referencia a su hijo: “En su belleza, veo la mía.” Lástima que en “Precious...” únicamente se vislumbre una lejana belleza y se hunda en el fango de “lo que pudo haber sido y no fue”, ya que con ello se nos niega la oportunidad de vernos en cuanta hermosura cabe en el corazón de los excluídos.

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